“Como siempre me gustó la figura humana, especialmente los rostros, comprendí que el dibujo (algo que yo practicaba desde adolescente) no podía encerrar toda la gama de posibilidades que brindaba una película de celuloide bien trabajada.”
Hoy, 9 de mayo, se cumplen 110 años del nacimiento de Grete Stern (miren su obra en el MoMA). Su trabajo (collages y estudios con cristales, objetos y naturalezas muertas) fue revolucionario -especialmente los fotomontajes-, mostrando un acercamiento no convencional hacia la fotografía. Incluso los temas más aceptados, como retratos y paisajes, los realizó de forma “distinta”: definición perfecta, amplio espectro cromático, luz plana, poses simples y negativos sin retocar. Producto de su sensibilidad, formada en la Berlín bohemia y en la Escuela Bauhaus, cuando vino al país le “movió el piso” al acercamiento fotográfico establecido localmente, posicionándose como una de las fundadoras de la fotografía moderna Argentina.
Stern nació en Alemania en 1904, y después de terminar la secundaria, ingresó para estudiar dibujo y tipografía en una escuela de artes aplicadas de Stuttgart.
Trabajó como diseñadora publicitaria y realizó dibujos, sobre todo retratos. En 1927 se instaló en Berlín para aprender fotografía, en donde luego abrió un estudio. Su actividad se orientó a la fotografía publicitaria, que les permitió ejercer la profesión en forma independiente. Cuando en 1933 Hitler se convirtió en canciller, decidió huir a Inglaterra: lo hizo a comienzos de 1934, junto con Horacio Coppola, a quien había conocido en la Bauhaus y con quien se casó e instaló en Londres.
Para Grete -judía y simpatizante de la izquierda intelectual de la república de Weimar- esa emigración forzosa inició la ruptura definitiva con su patria, a la que solo regresó ocasionalmente después de la guerra. A mediados de 1935 la pareja viajó a la Argentina e hizo una exposición de fotografía moderna en los salones de la editorial Sur. Hoy se la considera la primera de ese género en el país. En 1936 el matrimonio se instaló definitivamente en Buenos Aires.
Desde su arribo, Grete se integró decididamente a la sociedad y la cultura de Buenos Aires, a la que contribuyó al traer la visión innovadora de las vanguardias europeas del período entre guerras. Siempre le gustó definirse como una fotógrafa argentina. De hecho, realizó acá su obra más importante, como el conjunto de fotografías que tituló Aborígenes del gran Chaco argentino, un trabajo único y un documento coherente con sus principios éticos y artísticos.
Sus primeros fotomontajes, publicados en la revista Idilio, surgían del análisis de los sueños que las lectoras enviaban a la redacción, interpretados por el director y sociólogo Gino Germani, que firmaba sus notas con el seudónimo de Richard Rest. Durante el primer año, Stern fotografió casi todos los fotomontajes antes de entregarlos. Luego, prácticamente abandonó esa rutina, por eso hoy sólo se conservan 46 negativos. Los protagonistas de las fotos eran sus amigos, familiares y vecinos, y las imágenes complementarias -paisajes, fondos, objetos, personajes secundarios- fueron tomadas de su propio archivo.
Durante sus primeros años en el país se dedicó sobre todo a retratar artistas plásticos y escritores porteños, tomó vistas de la ciudad y realizó fotomontajes para tapas de libros y revistas. Entre 1952 y 1953 tomó alrededor de 1500 fotografías del paisaje urbano y las costumbres porteñas, para el libro Buenos Aires (Peuser, 1953), trabajo comparable con el dedicado a los aborígenes del Chaco por la cantidad de fotos, el tiempo que le llevó y los formatos (35mm y 6x6cm). En 1956, Jorge Romero Brest le ofreció organizar y dirigir un taller fotográfico en el museo nacional de Bellas Artes, que aceptó. Permaneció en esa función hasta jubilarse en 1970, pero recién en 1985 dejó de trabajar. Grete Stern murió en 1998.