Si pensabas que para la convocatoria “Las mujeres son hermosas – Homenaje a Garry Winogrand” era suficiente sacar fotos de chicas caminando por la calle, pensalo otra vez! No por nada Winogrand es considerado un maestro de la fotografía, siguiendo el camino de grandes como Robert Frank y Walker Evans, conviviendo con Lee Friedlander, Diane Arbus y Joel Meyerowitz, y preparando la posta que luego iban a tomar otros como Stephen Shore, Nicholas Nixon y Robert Adams.
Fundamentalmente es conocido como fotógrafo callejero, retratando la vida americana de posguerra a través de su mirada, no solo de las mujeres de su época, sino también de actores, atletas, hombres de negocios, políticos, hippies, soldados, animales de los zoológicos, y eventos como marchas en contra de la guerra.
Su trabajo era, valga la redundancia si se trata de este tipo de fotografía, espontáneo. Genuino. Natural. Usaba gran angular y preenfocaba, lo que ayudaba a no preocuparse por eso y fotografiar velozmente. Viendo su prolífica obra, con un gran porcentaje inédito, no parece ser alguien tan preocupado por los resultados como por el proceso, por la vivencia de salir a encontrar fotos.
“Sus fotografías combinan poderosamente la esperanza y la alegría; la ansiedad y la turbulencia que caracterizó a Estados Unidos durante estos años vitales. Reveló a un país que brilla en posibilidades, pero que amenazaba con salirse de control.”, se dijo en la exposición sobre su obra que en 2014 hizo la National Gallery of Art.
Hijo de su tiempo, retrató con mirada cada vez más crítica (aunque no exenta de un ácido humor) la variedad, la ansiedad, las diferencias y todo lo que definiría a la década del 60 como una de las más significativas del siglo XX. Pero lo elevó al rango atemporal de lo clásico al incorporar al estilo documental de ese entonces una búsqueda más personal. En ese sentido, podemos decir que Winogrand fue un “autor documental”.
Se movía constantemente, se acercaba mucho, no dudaba al fotografiar y, como resultado, sus imágenes son muy intuitivas. Tenía claro su rol de mediador y la idea de que lo que vemos en la foto no es lo mismo que lo que vemos en la realidad; por lo tanto, la foto tenía que tener interés por sí misma. Si renegaba del rótulo de “fotógrafo de calle” no era porque no lo fuera, sino porque sabía que su mirada iba más allá de la limitación de un título.
Te invitamos a recorrer su obra, a seguir nuestros posteos sobre él, acá y en Facebook, y a participar de esta convocatoria en su homenaje. ¡Tenés tiempo hasta el 6 de junio!